Los medios de comunicación ya no denuncian el brutal asesinato de una mujer prostituida en Argentina como un “feminicidio” después de que se descubriera que sus asesinos no se identifican como hombres.
Brenda Córdoba, de 28 años, fue asesinada el 10 de noviembre de 2021 en el barrio porteño de Balvanera. Las espeluznantes imágenes de la cámara de vigilancia publicadas por la policía durante la investigación de su muerte mostraban a Córdoba siendo abordada por lo que parecía ser un hombre con una sudadera con capucha blanca y una máscara. El hombre se puso detrás de ella, le agarró el cuello con el brazo y la apuñaló varias veces en el pecho.
Córdoba, que quedó tirada en un charco de su propia sangre, fue encontrada inicialmente con vida por transeúntes que habían intentado intervenir en el apuñalamiento y fue trasladada al hospital. Murió como resultado de sus heridas unos días después.
Se descubrieron más imágenes de otras cámaras de seguridad en las que se veía al individuo que atacó a Córdoba alejándose del lugar junto con otra persona.
La policía comenzó a difundir imágenes tomadas de esas cámaras en octubre de este año junto con una llamada de ayuda del público para identificar a los dos sospechosos, debido a la dificultad para encontrar pistas.
El 2 de noviembre, dos personas fueron detenidas después de que los vecinos vieran el anuncio de la policía con las fotos de la escena del crimen y alertaran a las autoridades. Pero aunque la policía había dicho que estaba buscando a dos hombres, se descubrió que los dos sospechosos involucrados en el asesinato de Córdoba eran transgénero.
Se cree que Alex Maia Sam Estela, un hombre transidentificado, fue el que apuñaló a Córdoba, mientras que su cómplice, Christian Santiago Machado Abad, otro hombre transidentificado, está considerado como su cómplice. Algunos informes de los medios locales se refieren a Abad como un “travesti”, diferenciándolo de Estela, quien es sistemáticamente identificado como “una mujer trans”.
Se cree que el motivo del asesinato de Córdoba fue una disputa territorial, es decir, que fue atacada por “trabajar” en una esquina que había sido reclamada por Abad y Estela. Se sabe que ya había tenido una fuerte discusión con Abad antes de su asesinato.
Aunque los medios de comunicación habían informado del asesinato de Córdoba como feminicidio bajo la ley argentina durante el año pasado, la revelación de la identidad de género de sus presuntos asesinos ha dado como resultado que se elimine esa clasificación.
Según Infobae, el expediente del caso fue tratado inicialmente como un feminicidio debido a que el agresor vestía ropa masculina y, por lo tanto, se creía que era un hombre. Pero desde que salió a la luz la identidad de los dos sospechosos, los medios ya no se refieren al asesinato como un feminicidio.
El feminicidio en Argentina es considerado una crisis, con un promedio de una mujer asesinada por un hombre cada 25 horas.
En 2012, los legisladores argentinos modificaron el código penal para reconocer el feminicidio como una forma agravada de homicidio. La disposición sobre feminicidio se definió en términos generales como “un delito contra una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.
Los hombres transidentificados pueden ser incluidos como víctimas de feminicidio en Argentina, pero también tienen una disposición separada para “transfeminicidio”.
A principios de este año, un conocido transactivista masculino fue asesinado por su novio en la provincia de Santa Fe. Alejandra Ironici, de 45 años, fue la primera persona en Argentina en cambiar legalmente su identidad de género. El novio de Ironici, de 32 años, ha sido acusado de feminicidio agravado y transfeminicidio.
El caso de Córdoba tiene un parecido sorprendente a uno denunciado recientemente en España.
En octubre, Reduxx reveló que un hombre que había abusado de su pareja, una mujer, había evitado los cargos de violencia de género cuando se supo que había comenzado a identificarse como mujer.
La violencia de género es un cargo específico que existe en España para tipificar la violencia masculina contra las mujeres. Se introdujo después de que activistas feministas del país señalaran la necesidad de una ley para abordar el problema generalizado de la violencia sexual perpetrada por hombres contra mujeres. Además de ser una clasificación única, el cargo viene con protecciones personalizadas para las mujeres que son víctimas de ella, como la posibilidad de expulsar al maltratador del hogar.
En el caso denunciado por Reduxx, el cambio de identidad de género del maltratador significaba que ya no podía ser acusado de violencia de género, ya que no era considerado un “hombre” según la ley. Fue en cambio acusado de violencia doméstica, que eliminó la distinción basada en el sexo y no proporcionó ninguna protección específica para su víctima.
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