Un hombre que se identifica como “mujer” compareció esta semana ante el tribunal tras pagar por abusar sexualmente de una niña de 14 años. El tribunal reconoció en última instancia que la niña era una “prostituta” y que el comprador no había considerado la transacción como poco ética.
El hombre transidentificado, de 31 años, conoció a la niña en junio del año pasado y le pagó 100 euros (aproximadamente 106 dólares) por servicios sexuales, una transacción que fue negociada por un tercero, informó la prensa local. Según las deliberaciones judiciales, la víctima “trabajaba como prostituta desde que tenía 13 años” y, como el hombre en cuestión también estaba en la industria del sexo, se alegó que se había limitado a “utilizar los servicios de una compañera de trabajo más joven”.
La situación salió a la luz por primera vez después de que una oficina local de asistencia a la juventud la denunciara a las autoridades, y que luego actuó como demandante conjunta en nombre de la niña. Sin embargo, la menor, que ahora tiene 15 años, no quiso participar en el juicio, y al parecer su madre no estaba interesada en el caso y no ofreció su testimonio. No está claro cómo llegó el caso a conocimiento de las autoridades.
Aunque la edad de consentimiento en Alemania es de 14 años, una persona debe ser mayor de 18 años para poder entrar en el comercio sexual. Por lo tanto, la edad de la niña en este caso no parece haber sido el factor más grave, sino que la preocupación se centraba en la naturaleza transaccional del intercambio sexual.
Aunque el asesor legal estuvo de acuerdo en que la situación era anormal, todos los implicados, incluido el fiscal, solicitaron unánimemente que solo se exigiera al hombre el pago de una multa. Después de confesar haber pagado a la menor por sexo, se le impuso una multa de 3.150 euros (aproximadamente 3,300 dólares), que deberá pagar al Estado.
Debido a las leyes de privacidad extremadamente estrictas de Alemania, por el momento se desconoce la identidad del hombre transidentificado. Sin embargo, se lo registró como “mujer” a efectos de la denuncia penal, y en el juicio se le trató con pronombres femeninos.
El comercio sexual en Alemania está totalmente legalizado, y su aceptación generalizada ha llevado al país a ganarse el título de “el burdel de Europa” (artículo en español).
En declaraciones a Reduxx sobre el caso de la niña de 14 años, Elly Arrow explicó que los menores son considerados “lucrativos” para las agencias de prostitución y alcanzan un precio más alto debido a su corta edad. Arrow es una defensora alemana de la abolición de la industria del sexo, y ha estado documentando a los compradores de sexo alemanes desde 2018.
“Las ‘agencias de acompañantes’ legales trafican repetidamente a menores usando documentos falsos si aparecen las autoridades… algo que es muy posible que nunca hagan, ya que generalmente tiene que haber una denuncia para activarlas”, dice Arrow. “Nuestra edad de consentimiento es de 14 años, por lo que es necesario demostrar una fuerte restricción de la voluntad y la libertad de los menores para poder siquiera acusar y condenar. La violación infantil de facto es legal en Alemania a partir de los 14 años, ya que los índices de condena son increíblemente bajos”.
Arrow expresa su “disgusto” por la sentencia del tribunal, pero explica que es una faceta más de un problema más amplio en Alemania, que es la normalización generalizada de lo que comúnmente se conoce como “trabajo sexual”, un campo legitimado de empleo.
“No es raro escuchar a sobrevivientes decir ‘entré en el trabajo sexual a los 14 años’ y reaccionar negativamente si se sugiere que no hicieron tal elección y que no es ni sexo ni trabajo”, dice Arrow, señalando el uso del lenguaje normalizador por parte de académicos, medios de comunicación e incluso trabajadores sociales.
“Cada vez hay más trabajadores sociales en Alemania que hablan el lenguaje del ‘trabajo sexual’ y lo enseñan o lo replican a los menores explotados con los que interactúan. Los medios de comunicación ayudan adoptando el mismo lenguaje y la misma narrativa. En este ejemplo, llamando a la niña ‘compañera de trabajo’ de su violador adulto”.
El comercio sexual en Alemania está tan masivamente normalizado que se han confirmado casos de hombres condenados por violencia sexual a los que se les ha concedido permiso oficial para visitar burdeles con la intención explícita de “acumular experiencia con mujeres“.
En un programa, que el Centro Psiquiátrico Forense de Osnabrück lleva a cabo desde 2001, se invitó a mujeres en el comercio sexual a “ayudar” a violadores condenados a aprender sobre el consentimiento sexual.
En Alemania, las organizaciones oficiales que representan a las prostitutas también han presionado recientemente para que el sector se convierta en un “servicio esencial” de la misma categoría que la enfermería y la terapia, con los necesarios poderes “curativos”.
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