Un prisionero que se identifica como trans solicita “atención de afirmación de género” financiada por los contribuyentes a través del Sistema Nacional de Salud (NHS) de Escocia. Paris Green, de 30 años, cuyo nombre de nacimiento es Peter Laing, se encuentra actualmente recluido en la sección de mujeres de la cárcel Saughton de Edimburgo, donde cumple cadena perpetua por asesinato.
Green quiere convertirse en el primer preso del Reino Unido que se somete al procedimiento conocido eufemísticamente como “cirugía de reasignación de sexo” con cargo al erario público.
En 2013, Green fue uno de los tres hombres declarados culpables de la tortura y asesinato de Robert Shankland, de 45 años.
Green, junto con otros dos hombres, había invitado a Shankland, de 45 años, a una fiesta en su casa en Glenrothes, Fife, en marzo de 2013. Los hombres ataron a Shankland en cuanto llegó, y luego lo golpearon y torturaron durante siete horas. También agredieron sexualmente a Shankland con un rodillo de amasar, que acabó muriendo por asfixia o como resultado de lesiones hechas con un objeto contundente. A continuación, los tres asesinos vendieron el teléfono móvil de Shankland por 26 libras (30 euros), que se gastaron en bocadillos que comieron en la escena del crimen mientras Shankland agonizaba.
Al dictar sentencia contra el trío en el Tribunal Superior de Glasgow, el juez John Morris calificó el crimen de “completamente depravado”, declarando: “Se trata de un asesinato especialmente horripilante que supuso la tortura de su víctima durante muchas horas. Es increíble que fueran capaces de actuar así con otro ser humano”.
Tras su condena, Green fue recluido en un principio en la prisión de mujeres de Cornton Vale, pero fue transferido al pabellón de mujeres de Edimburgo tras sólo cinco semanas de detención por mantener relaciones sexuales con las reclusas en repetidas ocasiones.
En declaraciones al Daily Record desde la cárcel, Green dijo que lamentaba haber cometido el “inexcusable” crimen e insistió en que someterse a una cirugía genital lo ayudaría a rehabilitarse. Culpó de sus actos violentos a su “ira” por su identidad y dijo que se sentía asqueado por sus genitales.
“Nada es más importante para mí que convertirme plenamente en la persona que debería haber sido. Quiero sentirme cómodo en la ducha en lugar de sentir repulsión. Tener genitales masculinos me hace sentir que algo no está bien”.
Cuando se le preguntó por qué había cometido el brutal asesinato, dijo: “Fue inexcusable, todo lo que puedo decir es que me infancia fue realmente horrible y que tenía muchos problema. Tenía mucha rabia dentro, incluso antes de darme cuenta de que debería haber sido una mujer y eso me enfureció más”.
Green empezó a tomar hormonas en 2011 y consultó a un cirujano en la Clínica Nuffield de Brighton en 2020. Pero el médico retrasó el procedimiento tras expresar su preocupación por la seguridad de los otros pacientes en la sala debido a la naturaleza del sádico crimen de Green.
Los familiares de Shankland llevan varios años haciendo campaña para que no pongan a Green con mujeres, y para que no se le permita recibir intervenciones médicas financiadas por el Estado. En 2018, se dijo que el costo estimado para los contribuyentes de la cirugía de Green era de aproximadamente 20,000 libras, unos 23.000 euros. A lo largo de la última década, familiares de la víctima han lanzado peticiones y se han puesto en contacto con representantes políticos para exponer su caso.
Una petición, creada por Leigh Robb, dice: “Mi tío Robert fue brutalmente asesinado por tres personas que fueron condenadas a un mínimo de 18 años. El problema es que uno de sus asesinos es un hombre que se dice mujer y al que le gusta que lo llamen ‘Paris’. Este hombre está a punto de someterse a una realineación de género completa en el NHS pagada [sic] por nosotros los contribuyentes. No debería ser recompensado por este brutal crimen y debería cumplir su condena en una prisión para hombres. Por favor, ayúdame a conseguir justicia para mi tío y nuestra familia”.
Los miembros de la familia hablaron con The Daily Mail en 2018, detallando sus objeciones a que Green vaya a una prisión de mujeres y a su posible cirugía. Pauline Bell, hermana de Shankland, dijo: “[Él] no debería poder operarse a cargo del NHS. No es un tratamiento necesario para salvar su vida. [Él] le quitó la vida a alguien y destruyó a una familia”.
La madre de Shankland, Mary, declaró a la prensa: “Green no conoce el significado de la palabra remordimiento. [Él] no debería poder operarse, especialmente cuando hay tanta gente que necesita tratamiento vital en el NHS, y no lo recibe. Pero las autoridades hacen acrobacias para satisfacerlo”.
La familia de Shankland también creó una página de Facebook, Justice for Robert Shankland, donde compartían actualizaciones e intentaban obtener apoyo para sus iniciativas.
En una publicación de 2013, una mujer que afirma haber estado alojada en Cornton Vale con Green durante el período de cinco semanas que estuvo recluido allí hizo un comentario en apoyo de la familia de la víctima, diciendo que el asesino convicto le contó cómo había cometido el grotesco asesinato. También afirmó que Green amenazó con suicidarse si era condenado a cadena perpetua.
Usando una mezcla de pronombres masculinos y femeninos, dijo que Green era “malo hasta la médula” y que tomaba hormonas de forma selectiva, como un “juego” al que jugaba con el personal de la prisión de mujeres. “Siempre va a ser [un] juego para París. Nunca podré olvidarlo. La odio muchísimo”, escribió la ex reclusa.
Otra ex prisionera detenida con Green comentó algo similar: “Cuando entré por primera vez, hablaba y actuaba como una mujer, y lo parecía. Pero [él] tuvo un período en el que [su] comportamiento cambió. Parecía que [él] tenía dudas, había dejado de tomar las hormonas y le volvía a crecer el vello facial. [Él] también era sexualmente activo y todo el mundo lo sabía. [Él] tenía al menos una novia”.
Otra fuente anónima dijo a los medios de comunicación que Green era conocido por tener relaciones sexuales con reclusas, y agregó: “No me parecía que se comportara como una mujer”.
A finales de enero, tras una oleada de delincuentes varones violentos que afirmaban identificarse como mujeres, muchos de los cuales solicitaban el traslado a las cárceles para mujeres, el Ministerio de Justicia del Reino Unido actualizó su política sobre reclusos transgénero. El nuevo marco restringe el ingreso en prisiones de mujeres a los reclusos varones con genitales intactos, o aquellos que han sido condenados por un delito sexual. En febrero, el Servicio Penitenciario de Escocia confirmó que los reclusos recién condenados o en prisión preventiva serán ubicados inicialmente en cárceles en función de su sexo al nacer.
En declaraciones al Daily Record, la doctora Kate Coleman, del grupo de campaña Keep Prisons Single Sex, dijo: “Green, que cumple condena por tortura y asesinato, estaría recluido, según la nueva política del Ministerio de Justicia, en el módulo masculino. Esperamos que el SPS [Servicio Penitenciario Escocés] ponga de manera similar la seguridad de las mujeres en el centro de su política revisada cuando la política finalmente se publique”.
Un informe de The Times en 2018 reveló que un alto funcionario del Servicio Penitenciario Escocés, Gordon Pike, que fue uno de los responsables de su “política de identidad de género y reasignación de género”, resultaría ser él mismo un delincuente sexual, al que se le descubrieron 22,000 fotos indecentes de niños.
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