Un hombre estadounidense que se identifica como “lesbiana transgénero” está intentando que su matrimonio sea reconocido como uno de los primeros matrimonios de lesbianas de Japón, donde los matrimonios entre personas del mismo sexo aún no se han legalizado. Elin McCready, de 49 años, cuyo nombre de nacimiento es Eric, también tiene un historial que incluye acosar a la dueña de un club de lesbianas por negarle la entrada a un evento sólo para mujeres.
En 2021, mientras era residente en Japón, McCready y su cónyuge, Midori Morita, presentaron una demanda contra el gobierno japonés argumentando que su negativa a reconocer su matrimonio como una unión lésbica era inconstitucional. Japón no cuenta actualmente con políticas de autoidentificación, y exige a los hombres que se identifican como transgénero haber pasado por cirugías genitales y tratamiento hormonal antes de ser reclasificados como del sexo opuesto en los documentos legales.
McCready, que enseña lingüística y filosofía en la Universidad Aoyama Gakuin de Tokio, se casó con Morita en 2000 en Japón, donde residen con sus tres hijos.
En 2018, mientras estaba en los Estados Unidos, McCready cambió su marcador de sexo en su identificación a “mujer”. Debido a las diferentes leyes con respecto a las alteraciones de identificación y al matrimonio entre personas del mismo sexo, esto ha dado lugar a que su esposa Midori sea designada como familiar, en lugar de cónyuge. McCready se opone a esta designación.
“No puedo entender del todo por qué una familia como la nuestra, que es diferente de las parejas de distinto sexo, no puede ser reconocida como familia. Me gustaría saber por qué el gobierno se niega a aceptarnos”, dijo a Japan Times.
Además de exigir que se registre que está en un matrimonio entre personas del mismo sexo, McCready solicita una compensación económica de 2.2 millones de yenes (19,920 dólares) por daños y perjuicios. Si el recurso legal prospera, McCready y su esposa podrían ser uno de los primeros matrimonios de lesbianas reconocidos oficialmente en Japón.
Inquietantemente, McCready tiene un historial preocupante de acoso a lesbianas.
En abril de 2019, intentó asistir a un evento sólo para mujeres en el bar de lesbianas más antiguo de Tokio, Goldfinger, pero los miembros del personal le negaron la entrada por ser hombre.
McCready acudió a Twitter para denunciar al club y a sus empleados como “tránsfobos”, a pesar de que Goldfinger sólo organiza un evento exclusivamente para mujeres al mes. “Permitidme también llamar a Chiga por su nombre, la dueña de Goldfinger, quizá el principal local para lesbianas de Tokio, que fue la culpable”, escribió McCready, refiriéndose a la dueña del bar, Chiga Ogawa.
Unas semanas más tarde, McCready volvió a intentar provocar indignación por habérsele negado la entrada una noche a un club solo para mujeres al hacer público un post que le había escrito a Ogawa.
“Tuve que reírme. ¿Me viste ahí de pie? Me sentí humillado. Me sentí como un animal en un zoo. La gente salía y me miraba. Me sentí tan juzgado y rechazado. Me dolió mucho. Intentaba contener las lágrimas”, escribió McCready.
“Los gobiernos del mundo me consideran una mujer. Mis documentos dicen ‘M’, y eso ha supuesto una batalla con el gobierno japonés para salvar mi matrimonio, que ahora es un matrimonio entre personas del mismo sexo según la ley. Estoy luchando contra el gobierno, como mujer, para salvar mi matrimonio con otra mujer. Esta pelea es por ti y para todas las demás en Goldfinger. Pero yo no puedo entrar. ¿Por qué dices: “sólo mujeres”? ¿Por qué no dices: ‘solo mujeres cis?'”, agregó.
Las publicaciones de McCready desataron una oleada de críticas de transactivistas en internet, y algunos pidieron que se excluyera el bar Goldfinger de futuros eventos del Orgullo de Tokio. La vicepresidente de Stonewall Japón Jessica Gordon pidió a sus simpatizantes que boicotearan el bar totalmente y escribió una publicación de blog calumniando a Ogawa y a los empleados del local, a los que describía como “cachos de mierda humana transfóbica”.
Sin inmutarse, la propietaria del local, Ogawa, respondió añadiendo letra pequeña a las imágenes promocionales para la noche sólo para mujeres del club. En la parte inferior del cartel, aclaró que “mujeres” se refería a mujeres “cisgénero”, en aparente respuesta a la pregunta de McCready.
A continuación, McCready aprovechó el apoyo que había obtenido de la polémica para lanzar su propia marca de noches de club, comercializadas como “fiestas de DJ queer y femme” bajo el apodo de Waifu, un término algo controvertido que deriva del préstamo del inglés ‘wife’ (esposa).
Según la página oficial de Twitter, Waifu “pretende crear un espacio seguro junto con los participantes para que todo tipo de personas, independientemente de su género, sexualidad, raza, edad, etc., puedan abrirse y acercarse a los demás”.
El término es polémico, ya que algunos sostienen que “waifu” es ofensivo y despectivo para las mujeres. McCready está de acuerdo con esa perspectiva, y dijo en una entrevista de 2021: “En la animación y la cultura bidimensional, existe la práctica de llamar ‘esposa’ a tu personaje favorito, para dar a entender que el personaje es tu esclava. Es lo mismo que actuar como si tu mujer fuera de tu propiedad”.
McCready también colabora con el organizador de eventos “sex positive” Slick, y ha trabajado con el Festival Queer WHOLE de Berlín (whole suena como hole, agujero). También está involucrado en lo que él describe como “una unidad familiar no normativa” con su esposa y una mujer más joven, según el sitio web de su grupo, que se llama MOM (el acrónimo forma la palabra mom, mamá).
En 2020, McCready fue coautor de un artículo académico que pretendía racionalizar el uso del insulto “TERF”, un acrónimo que significa feminista radical trans excluyente, y creado en respuesta a un festival estadounidense centrado en las lesbianas que querían mantener el evento como un espacio sólo para mujeres.
Las organizadoras del Festival Womyn’s de Michigan fueron acosadas durante años (artículo en español) por hombres que declaraban ser mujeres y lesbianas. Los transactivistas usan con frecuencia el término “TERF” para desacreditar o incitar a la violencia contra las mujeres que se oponen a la entrada de hombres en espacios exclusivamente para mujeres.
En “The Instability of Slurs” (“La inestabilidad de los insultos”), McCready argumenta: “¿Está el grupo descrito como ‘terf’ subordinado por una ideología errónea? Lo más probable es que las personas trans que son atacadas por personas transexcluyentes (o que se sienten así atacadas debido, por ejemplo, al uso insultante de términos de género, como pronombres o categorías sexuales incorrectas) respondan con un rotundo no: más bien son las propias personas trans las que están siendo subordinadas por un grupo que tiene problemas con su auto conceptualización basada en una ideología transexcluyente, por lo que el uso de ‘terf’ es un ejemplo de ‘golpear hacia arriba’ (to punch up: hacer bromas a expensas de alguien que tiene una posición social, política o económica superior) y no cuenta como insulto en el sentido que hemos sugerido”.
La cuestión del acoso de McCready a lesbianas se planteó recientemente durante una rueda de prensa de urgencia celebrada en Tokio el 1 de mayo. Representantes de cuatro organizaciones que defienden los derechos de las mujeres y la comunidad LGBT expresaron su oposición a aspectos del movimiento de identidad de género y manifestaron su preocupación por una propuesta legislativa que incluye vagas prohibiciones contra la “discriminación injusta” basada en la autodeclaración subjetiva.
Una de las ponentes, Natsuko Mori, ella misma una mujer bisexual y representante del grupo Shirayuri no Kai, aprovechó la oportunidad para destacar cómo las mujeres atraídas por otras mujeres son el objetivo único de los hombres que dicen ser transgénero.
“Me gustaría plantear la cuestión de la fricción entre mujeres transgénero y lesbianas. Las lesbianas son las más vulnerables de todas las personas LGBT. A pesar de su posición vulnerable, las lesbianas han creado y protegido una pequeña comunidad”, dijo Mori.
“Sin embargo, se han visto bruscamente interrumpidas por hombres intactos que se identifican como mujeres y afirman ser ‘lesbianas trans’ porque su orientación sexual es hacia las mujeres. Un número cada vez mayor de mujeres trans se ha comportado violentamente en tiendas y clubes de lesbianas, y alegan que son discriminadas porque no son aceptadas, escudándose en la frase ‘no discriminación’ por motivos de identidad de género que figura en las ordenanzas municipales y en la legislación LGBT”, explicó.
“Algunas mujeres trans fuerzan a las lesbianas o las acosan sexualmente, lo que ha sido durante mucho tiempo un problema para las lesbianas. Ya en el mundo occidental, si tu identidad de género es femenina, puedes ser legalmente una mujer. También entran en Japón extranjeros que físicamente son varones pero figuran como mujeres en sus pasaportes”.
Mori continuó describiendo la serie de acontecimientos que tuvo lugar en Goldfinger en 2019, señalando que “como es un activista, publicó en línea en inglés que lo habían discriminado en un bar de lesbianas japonés, lo que trajo como consecuencia que Goldfinger fuera criticado en todo el mundo e incluso obligado a disculparse”.
Subrayó que los días exclusivamente para mujeres de Goldfinger eran sólo una vez al mes, y que los demás días el local estaba abierto a hombres que se identifican como transgénero.
“Se rumorea entre las lesbianas japonesas que transactivistas que se dicen mujeres de los Estados Unidos fueron ese día para causar problemas y convertir deliberadamente el suceso en un revuelo mundial. También se ha sugerido que el prejuicio de los blancos contra la gente de color también estaba detrás de esto”, dijo Mori.
“Hay numerosas tiendas gay en todo Japón donde se les niega la entrada a las mujeres que dicen ser ‘hombres’, y sin embargo, esto no se considera problemático entre los activistas LGBT. Esa es una prueba de que los hombres tienen un cierto privilegio en la comunidad LGBT”.
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