Un recluso que se dice trans parece haber sido trasladado de nuevo a una prisión de hombres tras ser acusado de violación cuando estaba en una prisión de mujeres. Tremaine “Tremayne” Deon Carroll, un hombre que se identifica como mujer, estaba recluido en el Centro de Mujeres de California Central cuando se produjo la agresión sexual, pero ya ha sido trasladado a la Prisión Estatal de Kern Valley.
El historial delictivo de Carroll se remonta a 1988, cuando comenzó a participar en el crimen organizado con tan solo 15 años. En 1990, Carroll sería condenado por su participación en un robo a mano armada en el que él y varios otros hombres irrumpieron en un apartamento ocupado por dos mujeres. Las secuestraron, las agredieron sexualmente y las tuvieron retenidas bajo demanda de rescate.
A pesar de tener sólo 17 años, la brutalidad del crimen hizo que Carroll fuera acusado como adulto de tres cargos de secuestro para pedir rescate, dos cargos de robo y tres cargos de cópula oral por la fuerza. Sin embargo, un jurado indeciso, junto con una serie de otros problemas técnicos durante el juicio, obligaron a repetirlo. Carroll finalmente se declaró culpable de dos cargos de secuestro para evitar un nuevo juicio por todos los cargos.
En 1998, Carroll cometió su tercer delito violento, pero mientras estaba en prisión a la espera de juicio, se le encontró en posesión de un filo de alambre metálico que había fabricado con la intención de apuñalar a alguien.
Debido a su extenso historial delictivo, Carroll finalmente fue condenado a una pena de 25 años a cadena perpetua bajo la Ley de las Tres Penas de California. Esta ley aumenta drásticamente el castigo para las personas condenadas por un delito grave que han sido condenadas previamente por uno o más delitos graves o “violentos”.
Mientras estaba bajo custodia del Departamento Penitenciario y de Rehabilitación de California (CDCR), Carroll presentó docenas de demandas alegando maltrato, discriminación e incluso abusos sexuales a manos de funcionarios del CDCR y del personal penitenciario, además de exigir que se anulara su condena por la Ley de las Tres Penas. Pero Carroll era un recluso problemático, y entre 2001 y 2015, recibió más de una docena de informes de Violación de Reglas, uno de los cuales estaba relacionado con la presentación de informes falsos contra un Oficial de Paz.
En una denuncia legal de 2019, Carroll reveló que había sido trasladado dentro de las instalaciones del CDCR más de 200 veces desde 2009, algo que, según él, era en “represalia” por las denuncias de mala conducta que había hecho sobre los empleados. Pero muchos de esos traslados parecen haber sido hacia o desde centros médicos, donde Carroll había estado recibiendo tratamiento por episodios de salud mental.
En una denuncia legal anterior, Carroll se definía a sí mismo como “perturbado mental” y afirmaba que estaba tomando altas dosis de medicación antipsicótica.
En otra denuncia, un testigo anónimo que Carroll llamó para prestar declaración en apoyo de su demanda, alega que Carroll padece una encefalopatía traumática crónica, trastorno de estrés postraumático y síndrome de Rubinstein-Taybi, una enfermedad genética caracterizada por problemas físicos y de desarrollo.
En la gran mayoría de sus denuncias, Carroll se refiere a sí mismo con pronombres masculinos, y no menciona su identidad de género ni su sexualidad.
Pero en un caso presentado en marzo de 2021, Carroll invocó repentinamente la SB-132, también conocida como la Ley de Respeto, Agencia y Dignidad Transgénero (artículo en español). Esta ley se había implementado apenas tres meses antes, y establecía formalmente la posibilidad de que los reclusos fueran alojados en California en función de su identidad de género.
En agosto de ese año, Carroll había sido trasladado al Centro de Mujeres de California Central y comenzó a utilizar plenamente su identidad transgénero para reforzar las reclamaciones de victimismo que siempre había presentado.
En marzo de 2022, Carroll escribió un artículo para el San Francisco Bay View, un periódico de la comunidad afroamericana de Bay Area. En el artículo, Carroll se refería a sí mismo como “mujer trans” y se presentaba como víctima de discriminación sistémica por parte del sistema de justicia penal. También afirmaba estar en prisión por delitos “no violentos”, en contradicción con su historial delictivo.
Al año siguiente, Carroll tuvo una reseña de la Coalición de Mujeres Presas de California, que lo presentó como “una mujer transgénero encarcelada que jugó un papel decisivo en varias demandas en prisión”.
Las actas judiciales del condado de Madera obtenidas por Reduxx muestran que el fiscal de distrito presentó múltiples cargos contra Carroll, incluidos dos cargos de violación y un cargo por disuadir a un testigo de testificar.
Parece que el incidente ocurrió en enero de 2024, cuando Carroll estaba encarcelado en la prisión de mujeres. Aunque la denuncia del fiscal de distrito se refiere a la víctima como “Jane Doe”, no se ha confirmado si se trata de una reclusa o de un miembro de sexo femenino del personal penitenciario.
El localizador de reclusos del Departamento Penitenciario y de Rehabilitación de California muestra ahora que Carroll está alojado en la Prisión Estatal de Kern Valley, un centro sólo para hombres a casi dos horas de distancia de CCWF.
Aunque el CDCR no respondió a la consulta de Reduxx sobre la fecha exacta del traslado de Carroll, parece haber ocurrido después de que se presentaran los cargos de violación, ya que las actas judiciales confirman que Carroll todavía estaba en CCWF a finales de 2023.
Irónicamente, Carroll es uno de los hombres que se dicen trans que intervienen en una demanda que pretende impedir que se aloje a varones en prisiones de mujeres en California. La demanda, interpuesta contra el Departamento Penitenciario y de Rehabilitación de California, incluye a cuatro reclusas que declararon haber sido víctimas de hombres que se dicen trans trasladados a su prisión.
En 2022, la ACLU intervino en el caso (artículo en español), sugiriendo que el estado de California no podía luchar adecuadamente contra la demanda y representar los intereses de los hombres que se dicen trans.
En su testimonio jurado recogido por la ACLU para el caso, Carroll declaró: “Sé lo que se siente vivir con miedo y cargar con el peso de los abusos cometidos por los hombres. Pero no soy una amenaza [para las mujeres]. Creo firmemente que todos aquí en CCWF se beneficiarían de una interacción más estructurada, oportunidades para sentarse y hablar unos con otros y darnos cuenta de que todos estamos en el mismo barco”.
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