A las estudiantes de una universidad de mujeres en Japón se les pide que vayan a hablar con “asesoras especializadas en género” para convencerlas de que los hombres que se identifican como transgénero son “mujeres”.
La Universidad de Mujeres de Japón (JWU) anunció recientemente que iba a adoptar una política de autoidentificación que permitiría a los hombres solicitar la admisión siempre que declararan ser mujeres. La política se implementará a principios de 2024, a pesar de que la mitad de las estudiantes actualmente matriculadas expresan oposición o dudas, según ha informado Asahi Shimbun.
En respuesta a las preocupaciones de las estudiantes, JWU publicó una “Declaración de Diversidad” en junio que describe la intención de los administradores de trabajar para convencer a las estudiantes de que cambiaran de idea sobre la ideología de género.
“La Universidad de Mujeres de Japón ha creado un entorno donde las ‘mujeres diversas’ pueden aprender juntas, con la formulación de pautas y manuales, la asignación de asesores especializados en género y la creación de semanas de diversidad para las estudiantes con el fin de que acepten a las ‘mujeres transgénero'”, se lee en la declaración.
Satoko Oyama, catedrática de bienestar social en la Universidad de Mujeres de Japón estableció, junto con sus colegas, una línea directa de correo electrónico interno dedicada a promover la ideología de identidad de género. También empezaron a colaborar con “asesores especialistas en género” para ofrecer sesiones a las mujeres que asisten a JWU. Los funcionarios de la universidad han declarado que tienen la intención de “acabar con las preocupaciones de las estudiantes”, según informan los medios de comunicación.
El testimonio de una estudiante anónima, identificada solo como Y.M., aparece en el sitio web oficial de JWU. “Quiero recordar mi privilegio de pertenecer a la mayoría”, escribe Y.M.
“Creo que las estudiantes de mi universidad, al ser mujeres, son la minoría en esta sociedad dominada por los hombres, pero son la mayoría cuando nos comparamos con aquellos que se identifican como transgénero. Es decir, podemos ser tanto una minoría como una mayoría dependiendo de la perspectiva”, añade.
Minori Tokieda, un hombre transidentificado al frente del grupo activista Rainbow Tokyo Kita-ku, ha llevado a cabo una intensa campaña a favor de que las universidades de mujeres admitan a hombres. A principios de año, Tokieda dio una conferencia sobre este tema en la Universidad de Mujeres de Tsuda.
“Un comunicado de una universidad de mujeres diciendo que aceptará estudiantes transgénero no solo amplía las opciones académicas para la población objetivo, sino que también manda el reconfortante mensaje de que la universidad es su aliada”, dijo Tokieda.
“Esto también será una oportunidad para que los estudiantes no transgénero aprendan sobre la diversidad en su entorno cercano”, agregó.
La Universidad de Ochanomizu, la primera institución de educación superior para mujeres de Japón con 142 años de historia, también fue la primera universidad de mujeres de Japón en anunciar que admitiría estudiantes masculinos que se identificaran como trans en 2018, seguida de Nara Women’s University y Miyagi Gakuin Women’s University. A principios de este año, la Universidad Notre Dame Seishin, que también es para mujeres, dijo que aceptaría hombres que autodeclararan una identidad femenina a partir de 2023.
En declaraciones a Reduxx, una defensora de los derechos de las mujeres japonesa que prefirió permanecer en el anonimato dijo que la noticia la “ponía enferma”.
“Ya es [difícil] para las chicas conseguir una plaza … La facilidad con la que estas universidades de mujeres están permitiendo la entrada a estos hombres es repugnante”, dice. “Mi hija aún es demasiado joven para solicitar una plaza en la universidad, todavía le faltan unos años. Pero ya siento la tensión… Y ahora las mujeres tendrán que competir por aún menos plazas. Porque puedes apostar a que en los próximos 10 años estas universidades de mujeres van admitir a mucho más que un puñado de candidatos transgénero en su intento de parecer virtuosas”.
Esta defensora de los derechos de las mujeres especula que la “discriminación positiva” también puede ser un factor en la admisión de solicitantes transgénero en las universidades de mujeres, ya que la discriminación contra las solicitantes femeninas es la norma en el sistema de educación superior japonés.
A principios de este año, el descubrimiento de que las universidades mixtas en Japón estaban bajando sistemáticamente las notas de los exámenes de ingreso de las solicitantes femeninas para negarles la admisión, provocó una gran controversia. Desde principios de 2022, dos universidades japonesas están pagando indemnizaciones a las candidatas por discriminación, y una tercera se encuentra actualmente en los tribunales.
En mayo, la Universidad de Juntendo recibió la orden de pagar 8,05 millones de yenes (63.000 $/€) por daños y perjuicios a 13 mujeres al descubrirse que había estado manipulando los resultados del examen de ingreso a favor de los candidatos varones. Meses más tarde, la Universidad de Medicina de Tokio se vio igualmente obligada a pagar daños y perjuicios por un total de 18,26 millones de yenes (128,000 $/€) a 27 mujeres por haberles bajado las notas para colocarlas detrás de los candidatos varones.
La Facultad de Medicina de la Universidad de Santa Marianna en Kawasaki, Prefectura de Kanagawa, también está actualmente en los tribunales por haber negado la admisión a candidatas femeninas por razones de su sexo.
En 2018, el Ministerio de Educación japonés realizó una investigación a raíz de un informe que hablaba de la manipulación de las notas de los exámenes de ingreso en la Universidad de Medicina de Tokio. Según sus resultados, nueve escuelas de medicina en total habían sistemáticamente rebajado los resultados de los exámenes de ingreso de las mujeres para favorecer a los candidatos masculinos y a los familiares de los ex alumnos.
La investigación descubrió que, además de reducir las notas de los exámenes iniciales a las mujeres, agregaban al menos 20 puntos a los resultados de los candidatos varones, y que manipulaciones similares en los exámenes de ingreso habían estado ocurriendo durante años, en un intento de las universidades de negar el acceso a las futuras doctoras. Su justificación se basaba en que las doctoras podían optar por tener hijos y, por lo tanto, acortar la duración de sus carreras médicas. Se cree que la práctica comenzó ya en 2006 en algunos casos, y el informe del gobierno calificó el amaño de “sexismo grave”.
Tras la revelación de los resultados del informe del gobierno, la ministra de igualdad de género en ese momento, Seiko Noda, dijo a la emisora pública NHK: “Es extremadamente alarmante si la universidad no dejó a las mujeres aprobar los exámenes porque piensan que es difícil trabajar con doctoras”.
A raíz de los titulares internacionales sobre la flagrante discriminación sexual por parte de las principales universidades japonesas, The Washington Post informó sobre cómo la inscripción de estudiantes femeninas en instituciones académicas de élite ha sido considerablemente desigual en las últimas dos décadas.
La discriminación institucional basada en el sexo es tan conocida en Japón, que hay un estereotipo que sugiere que las mujeres que obtienen títulos prestigiosos no serán capaces de casarse nunca. La destacada feminista japonesa Chizuko Ueno, profesora jubilada de estudios de género, abordó el tema en una charla que dio a estudiantes de primero en la Universidad de Tokio en 2019. “Hay sexismo oculto incluso antes de que los estudiantes entren en la universidad”, dijo Ueno.
Caroline Norma, quien da clases en el Master of Translating and Interpreting en el Royal Melbourne Institute of Technology, habló con Reduxx sobre el creciente impacto que la ideología de género está teniendo en la ya precaria situación de las mujeres japonesas.
Norma, que ha escrito mucho sobre cuestiones que afectan a las mujeres japonesas, dijo que las tentativas recientes de obligar a las estudiantes a aceptar a hombres transidentificados en las universidades ejemplifican cómo el sistema se ha “contagiado de la propaganda de identidad de género de Occidente”. Puso como ejemplo a los departamentos de humanidades y al sector de las ONGs específicamente.
“Las oportunidades de trabajo para las mujeres con títulos universitarios son pocas, y algunas se han dado cuenta de la posibilidad de generar ingresos a través de la capacitación corporativa del ‘arco iris’. La mayoría de los campus universitarios de élite tienen hoy un club de aliados SOGI (Orientación Sexual e Identidad de Género, en sus siglas en inglés) obligatorio, pero la mayoría de los participantes buscan empleos en el sector de las ONGs”, dice.
Al comentar sobre el rechazo deliberado de las mujeres en las universidades mixtas, la Dra. Norma destacó lo rentable que era la industria médica y cómo las mujeres en Japón “son sistemáticamente excluidas de las oportunidades” de obtener ingresos independientes.
“La misma discriminación ocurre en los procesos de contratación corporativa, y las mejores escuelas secundarias operan políticas de admisión ‘igualitarias en cuanto al sexo’ donde son las niñas las que sacan mejores notas en sus exámenes de ingreso. Ahora tenemos las mejores universidades de mujeres como Ochanomizu que permiten que los estudiantes varones que se autoidentifican como mujeres se inscriban, a pesar de que tales universidades son de élite, por lo que su admisión significa que una joven ha perdido el puesto “, explicó la Dra. Norma.
“Las mujeres japonesas se ven obligadas a luchar contra cosas como las cuotas negativas que operan para la identidad de género y el avance masculino en ausencia de valores liberales de los derechos de las mujeres. Solo el 25% de los médicos de Japón son mujeres, a pesar de que el sistema médico está lleno de pacientes ancianas”, dice. “Las mujeres que dan a luz rara vez reciben analgésicos y salen regularmente en las noticias casos de médicos varones que colocan cámaras ocultas. Pero nada de esto es considerado razón suficiente para mejorar las oportunidades de las mujeres, y no existe ninguna política nacional en particular destinada a cambiar la situación de las mujeres en Japón”.
Los ránkings internacionales, incluidos los del Foro Económico Mundial, ponen sistemáticamente a Japón como uno de los países más desiguales del mundo desarrollado en términos de representación política y oportunidades económicas para las mujeres.
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