Un prestigioso museo de arte londinense ha provocado violentas críticas por incluir a hombres que se dicen trans en una exposición histórica sobre el movimiento de liberación de la mujer. La exposición Women in Revolt! es un proyecto pionero que ofrece “una amplia exploración del arte feminista” realizado por más de 100 mujeres artistas entre 1970 y 1990.
Aunque la exhibición pretende difundir el trabajo de las mujeres, algunas visitantes de sexo femenino del museo se dieron cuenta rápidamente de que habían colado varios hombres que se dicen trans entre las piezas expuestas.
Una de las piezas más inquietantes contiene copias de archivo de una publicación creada por hombres con el fetiche sexual de hacerse pasar por mujeres, como una carta de un travesti que se queja de tener celos de su mujer.
“Una vez que hube admitido mi verdadero yo interior ante los demás, sentí un gran alivio, y a partir de entonces decidí ser yo mismo todo el tiempo y vivir la vida como me convenía y no como me había comprometido a vivirla desde que salí del vientre materno”, dice la carta, escrita por un hombre identificado como “Julia”.
Next to Women’s Liberation Newsletters from Glasgow, Edinburgh, Birmingham & others, we have Roger, a TiM bitching his wife has left him and wants the kids because he is jealous she can get pregnant, also featured is Jan Morris 🙄
— Le_Sorelle_Arduino KPSS (@Sorelle_Arduino) December 29, 2023
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“Antes de esto, mi matrimonio (con una mujer) se había roto y mi esposa me pedía el divorcio y la custodia de los niños debido a mi actitud ante la vida, concretamente ante mis celos de su feminidad y su capacidad para quedarse embarazada y conocer la verdadera felicidad dentro de la sociedad heterosexual”.
La confesión fue una de varias anécdotas personales contenidas en una revista dirigida principalmente a hombres homosexuales llamada “Come Together”.
La información sobre la exposición fue publicada por primera vez en X por la defensora de los derechos de las mujeres @Sorelle_Arduino, que la visitó ayer y subió fotos a sus redes sociales que mostraban expositores mostrando a hombres que se dicen trans.
Una de las fotos tomadas por la usuaria era una pintura abstracta del artista que se dice trans Erica Rutherford, expuesta junto a la icónica pieza de Monica Sjöö “Wages for Housework” (“Sueldo por el trabajo doméstico”). En la descripción de la pintura de Rutherford en la exhibición, se afirma que se inspiró al verse “cara a cara con las humillaciones” de ser tratado como mujer.
Women in revolt… will it feature men? Let’s see! pic.twitter.com/a52OQEsbQ8
— Le_Sorelle_Arduino KPSS (@Sorelle_Arduino) December 29, 2023
“Ya no hay ningún acontecimiento cultural femenino sin hombres. El arte se ha convertido en un montón de basura bobalicona”, dijo una usuaria en respuesta al hilo de @Sorelle_Arduino sobre la exposición.
“Sería intolerante hablar de mujeres sin hablar de las que son hombres”, bromeó sarcásticamente otro.
Otras exhibiciones mostraban artículos de boletines producidos por la Beaumont Society, un grupo creado para luchar para que los travestis heterosexuales puedan practicar su fetiche sexual en público.
Entre sus objetivos, según el sitio web del grupo, está “promover y ayudar al estudio del género”. La organización de presión utiliza como homónimo al noble francés del siglo XVIII Charles Chevalier d’Éon de Beaumont, que asumió la identidad de una mujer llamada Charlotte, y fue reconocido oficialmente como mujer por el rey Luis XVI.
La Sociedad Beaumont, que actualmente aboga por la “transición” médica de menores, fue fundada en 1966 por cuatro hombres travestis, uno de los cuales fue una figura destacada del movimiento fetichista en los Estados Unidos. Virginia Charles Prince, nacido Arnold Lowman, ayudó a crear la organización como una rama de una sociedad secreta de fetichistas travestis, que se hacían llamar Full Personality Expression (FPE), ubicada en California.
Al principio, el grupo, así como otros similares que comenzaron a surgir en el Reino Unido, Estados Unidos y Australia en aquella época, rechazaban la afiliación de homosexuales, presumiblemente porque los travestis prominentes no querían que la práctica se asociara con motivaciones sexuales. En un boletín impreso por Virginia Prince, a quien se le atribuye haber popularizado el término ‘transgénero’, él mismo escribe: “Algunos de los más estrechos de miras de nuestras hermanas TV [travestis] no ven nada bueno en lo que hacen los homosexuales, pero personalmente estoy a favor de su éxito y cooperaría en ayudarles a lograrlo siempre que pudiera por puro interés propio para nuestro grupo”.
Prince también ha hablado abiertamente de la naturaleza sexual del fetiche travesti. En 1985 apareció en un documental de HBO titulado “¿Qué sexo soy?”, donde comentó el elemento de excitación relacionado con ello, diciendo que era una “excitante” para “casi todos” los que participan.
“Tienes que superar la fase de ser un hombre con un vestido eróticamente excitado, lo que finalmente acaba en un orgasmo. Pero cuando el orgasmo termina, si sigues con el vestido puesto, comienzas a descubrir que hay otra parte de ti mismo. Dejas de ser un hombre eróticamente excitado, y simplemente te conviertes en un hombre que llega a reconocer que, caramba, hay algo agradable en ser una chiquilla que me está encantando experimentar”, dijo Prince, cofundador de The Beaumont Society.
En los últimos años, la Sociedad Beaumont ha conseguido cada vez más influencia en el gobierno y la clase médica. El grupo figura como asesor del Servicio Nacional de Salud (NHS) en Inglaterra y en Gales.
Esta no es la primera polémica en la que se ve envuelto el Museo Tate en torno a hombres que se dicen trans, ya que en el año pasado se produjeron varios incidentes que han suscitado preocupación entre las defensoras de los derechos de las mujeres.
En junio, un transactivista conocido por organizar protestas con orina humana (artículo en español) fue invitado a leer poesía durante el festival de arte Queer and Now LGBTQIA+. Jamie Cottle se puso lencería femenina para la lectura, y llevaba unas bragas blancas que tenían las palabras “Sugar Money” bordadas en la entrepierna.
Aunque se dijo que la presentación de Cottle era para mayores de 16 años, en las inmediaciones había menores aún más jóvenes, y no había ningún límite establecido para impedir la entrada a menores.
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