Un hombre transidentificado que violó a dos niñas de 9 años y torturó y asesinó a su compañero de celda con discapacidad mental, ha estado “ofreciendo” su “experiencia” a legisladores en relación a los derechos de los reclusos transgénero.
El 3 de junio, Patricia Elaine Trimble escribió un artículo para el Prison Journalism Project (PJP), una organización sin ánimo de lucro que tiene como objetivo empoderar a los “periodistas encarcelados” proporcionándoles una plataforma. Trimble, que es colaborador habitual de PJP, habló de preparar una presentación para una clase en una universidad de Missouri tras haber sido contactado por un profesor de criminología.
“No es raro que me pidan que escriba un artículo o una historia sobre cosas relacionadas con mi especialidad. Después de todo, soy una mujer transgénero, feminista, activista y defensora de la comunidad LGBTQ+ encarcelada”, escribió Trimble, y agregó que uno de sus artículos sobre la discriminación contra los reclusos queer fue publicado por el LGBTQ Policy Journal de la Universidad de Harvard en 2019. Ese mismo año, Vice publicó un perfil muy favorable de Trimble en un artículo sobre estar encarcelado siendo transgénero.
Si bien Trimble ha aparecido en múltiples artículos de noticias recientes y ha escrito muchos artículos él mismo, casi nunca se menciona la razón por la que está en prisión.
Trimble, bautizado Patrick, fue condenado en 1978 por la brutal violación de dos niñas de 9 años en la ciudad de St. Charles, Missouri. Trimble se encontró a las dos niñas jugando cerca de un área pantanosa, y se ganó su confianza al ayudarles a recuperar una cuerda que habían estado tratando de coger de un árbol para jugar. Al principio se mostró amistoso con las niñas y les enseñó algunos “trucos” con la cuerda para luego, aprovechándose de tener el control de la misma, atarla alrededor de la muñeca de cada niña bajo el pretexto de enseñarles a hacer un nudo, y arrastrarlas al coche. Trimble llevó a las niñas a un bosque remoto y procedió a violarlas oral y vaginalmente.
Una decisión digitalizada del Tribunal de Apelaciones de 1983 proporciona un testimonio espeluznante de la investigación, en el que ambas víctimas describen sus terribles experiencias en gran detalle.
Pero mientras estaba en prisión esperando el veredicto final sobre el caso, Trimble cometería otro crimen atroz: convertir a su compañero de celda, un hombre con discapacidad mental, en su “esclavo”, para luego asesinarlo.
Jerry James Everett estaba en la cárcel a la espera de juicio por robar una camioneta. Lo pusieron en la misma celda que Trimble, que lo sometió a una rutina de “humillación física y sexual” y tortura.
Según un documento judicial, Trimble “… obligaba a la víctima a tener sexo oral y anal con él, lo obligaba a usar un “sujetador” en la cárcel para el entretenimiento de los otros reclusos, y le hacía mostrar a los otros reclusos un trapo que tenía metido en el ano”. Trimble prostituyó a Everett a otros reclusos, e incluso intentó vendérselo a un miembro del personal de la prisión por un cartón de cigarrillos. Trimble también torturó a Everett, provocándole profundas heridas en el cuerpo usando botellas de champú quemadas.
El tribunal señaló que Everett era significativamente más pequeño que Trimble, con una estatura de 5’10 (1.55 m) y un peso de 145 libras (66 kgs), mientras que Trimble medía 6’1 (1.86 m) y pesaba 210 libras (95 kgs).
Unas semanas después de comenzar el sádico abuso, Trimble contó a otros reclusos que estaba planeando asesinar a Everett para evitar que informara a nadie fuera de la prisión de lo que había sucedido. También declaró que le preocupaba ser enviado a prisión solo por violar a las dos niñas, y que quería “cazar algo mucho más grande” cometiendo un asesinato.
El 12 de noviembre, Trimble obligó a Everett a escribir una carta de suicidio y lo estranguló con unas toallas. En un momento dado, Trimble retorció la tela con tanta fuerza que “fracturó” el cuello de Everett. Después de asesinarlo, Trimble colgó su cadáver usando las toallas para fingir que se había suicidado.
El documento de la corte afirma que Everett era “lento y puede que nunca haya comprendido completamente lo que le estaba sucediendo”.
En 1980, Trimble fue condenado a muerte por sus crímenes pero, en 1985, la pena fue conmutada por una sentencia de cadena perpetua sin la posibilidad de libertad condicional durante 50 años. Actualmente está encarcelado en una prisión de máxima seguridad para hombres en Missouri, que no tiene en estos momentos una política de alojamiento dependiendo de la autoidentificación de los reclusos.
Según el perfil de 2019 de Vice, Trimble comenzó la terapia de reemplazo hormonal en 2018 tras ser diagnosticado con disforia de género. Trimble se enteró de tal trastorno en 2015, cuando se puso en contacto con una organización LGBTQ para obtener servicios de apoyo después de haber sufrido un presunto asalto por parte de un compañero de prisión.
“Lo estoy leyendo y de verdad, o sea, ‘Dios mío… eso explica mi vida'”, dijo Trimble a Vice sobre el panfleto. En el mismo artículo, Trimble le da el crédito a otro recluso transidentificado en su cárcel por ayudarlo a conseguir acceso a artículos de “afirmación de género”.
Menos de un año después de empezar con las hormonas, Trimble comenzó a aparecer como colaborador en varias publicaciones LGBTQ y transcentradas. Trimble no menciona en ninguna de sus contribuciones a estas publicaciones por qué está en la cárcel, sino que mantiene el enfoque en su aparente lucha contra lo que formula como un sistema opresivo y transfóbico.
En 2021, Razvan Sibii, profesor de periodismo de la Universidad de Massachusetts, Amherst, elogió a Trimble por su “defensa y tutelaje de gente LGBTQ encarcelada”. Ese tutelaje, que incluye ayudar a otros hombres transidentificados a acceder a los beneficios de declarar una identidad transgénero, supuestamente le había valido a Trimble el apodo de “Madre”.
Trimble acaba de publicar un libro titulado Finding Purpose: One Transgender Woman’s Journey, que está actualmente disponible en Amazon. El perfil de Amazon de Trimble lo describe como “feministe, activista y defensore de la comunidad LGBTQ + encarcelada”. El perfil también sugiere que fue encarcelado injustamente por la violación de las dos niñas de 9 años en 1978.
Es alarmante que Trimble no sea el primer delincuente masculino peligroso que se ha convertido en un aclamado activista tras adoptar una identidad transgénero.
En febrero, Reduxx descubrió que el violador de niños pequeños Jeffrey Willsea (aquí en español) estaba operando bajo el nombre de Xena Grandichelli como activista trans de gran prestigio y ganador de varios premios.
En 1994, Grandichelli se declaró culpable de 11 cargos de abuso sexual a una niña de 3 años. Su ficha de delincuente sexual lo clasifica como de un nivel de riesgo 3, altamente violento, lo que denota el mayor riesgo de reincidencia y una amenaza para la seguridad pública. La ley del estado de Nueva York no permite que los delincuentes sexuales de nivel 3 estén a menos de 1,000 pies (300 metros) de una escuela.
Sin embargo, a pesar de su estremecedor pasado criminal, Grandichelli fue panelista en 2017 en la Universidad de Columbia. Su charla trató de “las experiencias de encarcelamiento de las mujeres“. El año anterior había hablado en la Universidad de Nueva York sobre el tema del encarcelamiento y el trauma, y dirigió un taller sobre temas trans para la Conferencia Nacional de Salud de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Personas Transgénero de Color.
Es llamativa su asociación con el Proyecto de Ley Sylvia Rivera (SRLP) y fue designado miembro del Team Movement Building.
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