Elon Musk, propietario y presidente de Twitter, ha declarado que las palabras “cis” y “cisgénero” pueden ser consideradas como insultos según los nuevos Términos de Servicio de Twitter, y que los usuarios podrían ser suspendidos por usarlas.
“Las palabras ‘cis’ o ‘cisgénero’ se consideran insultos en esta plataforma”, tuiteó Musk el miércoles. “El acoso repetido y dirigido contra otra cuenta hará que las cuentas acosadoras reciban, como mínimo, suspensiones temporales”.
Musk hizo esta declaración en respuesta a un tweet publicado por el comentarista “crítico de género” James Esses que decía que había recibido abusos por afirmar que no deseaba que lo llamaran “cis”.
El término es utilizado con frecuencia por transactivistas que pretenden ridiculizar o amenazar a quienes no comulgan con la ideología de género.
En respuesta a la declaración de Musk, la escritora y cofundadora de Reduxx, Genevieve Gluck, señaló que “cisgénero” como antónimo de “transgénero” era un término acuñado por un sexólogo alemán que apoyaba la pedofilia.
Musk agradeció la respuesta de Gluck y llamó a Sigusch, fallecido en febrero, “pervertido asqueroso”.
A Sigusch se le atribuye el primer uso impreso del término “cisgénero” como antónimo de “transgénero” en una publicación de 1991 Transsexuals and our Nosomorphic View (Los Transexuales y nuestra Visión Nosomórfica).
Antes de su muerte a principios de este año, Sigusch era un conocido sexólogo, médico y sociólogo que fue el director del Institut für Sexualwissenschaft (Instituto de Ciencia Sexual) en la clínica de la Universidad Goethe, Frankfurt am Main, entre 1973 y 2006.
“Cisgénero” se utiliza ahora ampliamente para referirse a personas de las que se dice que tienen una “identidad de género” que coincide con su sexo. Aunque la traducción más literal de la acuñación alemana de Sigusch “zissexuell” es “cisexual”, el componente de “sexo”, que hace referencia a los órganos sexuales o a la sexualidad, ha sido reemplazado por el término impreciso y subjetivo “género”.
Sigusch escribió: “Hablando de cisexuales. Si hay transexuales, lógicamente tiene que haber cisexuales. No se puede pensar en uno sin pensar en el otro. Me he permitido introducir los términos cisexualismo, cisexuales, cisgénero, etc.”
“La característica genuinamente neológica del transexualismo es que arroja una luz muy ambigua sobre lo que he denominado cisexualismo, en realidad su contrapartida lógica. Porque si hay un trans, “un más allá” (género físico), debe haber un cis, “un más acá”, también”, escribió Sigusch de nuevo en 1998, refiriéndose a su artículo de 1991.
Pero, inquietantemente, los puntos de vista del sexólogo también incluían opiniones controvertidas sobre la pedofilia.
En su trabajo sobre la “atracción hacia los menores”, Sigusch distinguía entre los pedófilos que abusan de niños y los “pedosexuales”, que tienen una atracción sexual hacia niños que no necesariamente satisfacen. Pero el apoyo de Sigusch hacia la pedofilia se extendió hasta creer que no había “nada malo” en exponer a los niños a un contacto altamente sexual.
Según Dagmar Herzog, autora de Sex after Fascism: Memory and Morality in Twentieth-Century Germany (El Sexo después del Fascismo: Memoria y Moral de la Alemania del Siglo XX), Volkmar Sigusch y su colega Gunter Schmidt, con quien publicó una investigación sobre la sexualidad infantil en los años 70, también sostenían que exponer a los niños a la pornografía, una conocida táctica de grooming de pedófilos, era algo completamente inofensivo.
“Volkmar Sigusch y Gunter Schmidt argumentaron provocativamente que la representación del sexo, per se, no hacía ningún daño a los jóvenes o a los niños, y que el tipo de pornografía en la que el sexo estaba ‘representado sin prejuicios como una actividad social llena de placer… es exactamente el tipo que uno podría dar sin preocupaciones a niños y adolescentes'”, escribió Herzog.
En 2010, Sigusch publicó “tesis de sexología sobre el debate sobre el abuso” en las que elogiaba el “paraíso de la infancia” y afirmaba que “añadir tabúes al erotismo infantil crea lo que todos queremos evitar: la violencia sexual”.
“No hay nada malo con la pedofilia en el sentido de la palabra, es decir, contra el gusto, incluso el amor, por los niños”, escribió Sigusch. “La sensualidad que se desarrolla espontáneamente entre un niño y un adulto es algo maravilloso. Nada nos recuerda más intensamente los paraísos de la infancia. Nada es más puro e inofensivo que este erotismo del cuerpo y del corazón. El erotismo infantil no solo está lleno de delicias, sino que también es necesario”.
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