El nuevo Museo de la Mujer Americana del Smithsonian ha anunciado que contará con la presencia de al menos un hombre que se dice trans en nombre de la “inclusividad”. Monica Helms, el diseñador de la bandera del orgullo trans, será incluido en las instalaciones, aún por inaugurar, a pesar de su inquietante comportamiento pasado.
El Smithsonian anunció por primera vez su nuevo museo centrado en la mujer el año pasado cuando firmó un acuerdo en el barrio neoyorquino de SoHo. A pesar de que calcula que el edificio físico no se abrirá al público hasta dentro de al menos 10 años, ya han comenzado las declaraciones sobre el diseño, las instalaciones y la conservación del museo.
En el sitio web del Smithsonian salen mujeres cuyas exposiciones e información supuestamente estarán presentes en el museo físico. Entre ellas se encuentran destacadas figuras que cambiaron el curso de la historia estadounidense y del mundo, como Henrietta Lacks, una mujer afroamericana cuya línea celular “inmortal” ha proporcionado datos médicos de incalculable valor desde la década de 1950, y la veterana y activista nativa americana Grace Thorpe.
Pero entre las valientes e inspiradoras líderes femeninas habrá algunos hombres que se identifican como “mujeres”.
En 2022, la fundadora del museo, Abby Trott, declaró que había reunido a un equipo “de mujeres increíbles y con mucho talento” para diseñar las próximas exposiciones: “Estamos tratando de crear un espacio que permita a las mujeres, y a cualquiera que se identifique como mujer, tener un espacio físico para que puedan relacionarse entre ellas, para ser vistas y escuchadas y para tener un espacio donde definir lo que significa para ellas ser mujer”.
Entre los hombres incluidos en el Museo de la Mujer estará Monica Helms, el diseñador de la bandera del orgullo trans.
Helms, nacido Robert Hogge, diseñó la primera bandera del orgullo trans en 1999. En sus memorias, More Than Just a Flag (Más que una Bandera), Helms, que tomó su nombre de una batalla ficticia de El Señor de los Anillos de Tolkien, se describía a sí mismo como un ser “iluminado” capaz de “flotar” entre múltiples mundos.
Como ya informó Reduxx (artículo en español), Helms admitió en una ocasión que de joven se ponía la ropa interior de su madre, y declaró que “estudiaba” a las niñas de su colegio con una obsesión que se convirtió poco a poco en “lujuria”.
Durante la década de los 70, cuando estaba en la Marina de los Estados Unidos, Helms empezó a robar la ropa interior de las vecinas que vivían en su bloque de apartamentos de Carolina del Sur tras ver un sujetador en la lavadora del cuarto de la colada.
“Volvieron a mí las imágenes de los días en que me probaba la ropa interior de mi madre, arrastrando con ellas sentimientos primordiales… La obsesión por perder la virginidad había llenado cada uno de mis momentos de vigilia…” Helms dijo sobre la experiencia. “Hasta este momento, mi deseo sexual de un primer encuentro había relegado a un segundo plano cualquier otra fantasía. Mientras observaba cómo el sujetador daba vueltas en la secadora, sentí un creciente deseo de vestirme de mujer y ver a la mujer oculta que llevaba dentro”.
Helms contó luego que sacó el sujetador de la secadora y corrió a su apartamento para ponérselo y admirarse en el espejo. Expresó haberse excitado sexualmente al verse con ropa interior femenina.
Helms se casó más tarde con una mujer que descubrió su fetiche con el travestismo cuando lo sorprendió con uno de sus vestidos puesto. A pesar de que ella estaba en contra, Helms siguió adelante y comenzó a gastar el dinero de la familia en ropa, maquillaje y hormonas. También gastó mucho en asistir a reuniones con otros travestis, en las que se impartían lecciones sobre cómo hablar y caminar “como una mujer”.
Mientras Helms se entregaba a su costoso hábito de travestismo, la familia se declaró en bancarrota y perdió su casa en una ejecución hipotecaria.
Después de décadas de matrimonio, Helms decidió divorciarse de su mujer y dejar a sus hijos para poder dedicarse a su vida de hombre trans-identificado.
“No querían que me fuera, lo que me hizo sentir aún peor. Pero no podía seguir ocultando mis visitas al médico y mis gastos médicos, por no hablar de los comentarios de odio que recibía de Donna sobre mis piernas afeitadas y el crecimiento de mis pechos”, escribió Helms en su autobiografía.
Pero quizás lo más inquietante es que Helms ha escrito varias historias cortas de temática sexual, incluida la “feminización forzada”, en la que los hombres se transforman en mujeres como castigo humillante. Una historia en particular sexualiza a una niña, y Helms afirma que el concepto de la historia se le ocurrió en un sueño. En la historia, titulada “Una mujer despreciada”, una bruja que aparece siempre como una adolescente persigue a un hombre adulto hasta que se casan y tienen una hija con “poderes” similares.
A principios de este año, a la edad de 71 años, Helms anunció que iba a adoptar a un adolescente (artículo en español) con su pareja, bastante más joven que él. En niño de 14 años será criado como su “hija trans”.
Helms diseñó lo que actualmente se entiende como la bandera del orgullo transgénero en 1999, pocos años después de divorciarse de su mujer y abandonar a sus hijos. Durante una entrevista realizada en 2017, Helms declaró que el azul representaba a los niños pequeños y el rosa representaba a las niñas.
Ha afirmado que las rayas color azul y rosa pastel le llegaron por medio de una “intervención divina“. Una bandera del orgullo creada por Helms se expondrá en el nuevo Museo de la Mujer Americana del Smithsonian.
En 2014, el Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian aceptó la bandera original del orgullo de Helms y la puso en sus archivos permanentes.
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