Un hombre que se dice trans ha comparecido ante los tribunales acusado del brutal asesinato de su padre y del intento de asesinato de su madre. Tânia Ferrinho, de 43 años, está acusado de apuñalar a su padre diecisiete veces y de apuñalar siete veces a su madre postrada en cama, en un horrible incidente ocurrido en octubre de 2022 en Samora Correia, Portugal.
El caso de Ferrinho fue llevado ante el Tribunal de Santarém el 13 de septiembre, y los alegatos finales se presentaron el 4 de octubre. El tribunal escuchó cómo los ancianos padres de Ferrinho, Carlos y María, habían sufrido numerosos episodios de violencia a manos de su hijo, y ya habían obtenido una orden judicial que le prohibía acercarse a ellos.
Al parecer, el origen del conflicto entre Ferrinho y sus padres giraba en torno a su “cambio de sexo”, que ellos desaprobaban. Ferrinho comenzó a identificarse como transgénero en 2020, cuando cambió legalmente su nombre por el de Tânia.
Otra fuente importante de tensión tenía que ver con las finanzas, ya que, según los informes, Ferrinho ni había trabajado ni tenido un empleo estable y vivía en casa dependiendo de los recursos de sus padres ancianos. Ana Gomes, de la Fiscalía, dijo al tribunal que la relación era tensa debido a la “apatía del acusado” a la hora de buscar un trabajo mientras usaba los ingresos de sus padres para “compras en línea”.
De acuerdo con el auto de procesamiento de la Fiscalía, la brutal agresión ocurrió después de que Ferrinho fuera nombrado en un nuevo caso de violencia doméstica por sus padres, quienes intentaban echarlo de su apartamento.
El 26 de septiembre de 2022, pocas semanas antes de que se produjera el crimen, Ferrinho publicó un video en su cuenta de Facebook en el que afirmaba ser víctima de acoso e hizo un vago comentario que parecía sugerir que sus padres podrían “acusarme de prostitución como una forma de quedarse con la casa”.
El día del crimen, el 10 de octubre, Ferrinho parece haber tenido una discusión con sus padres relacionada con el dinero. Exigió una paga, que sus padres se negaron a darle. Poco después, la Guardia Nacional Republicana (GNR) visitó el domicilio de la familia para informar a Ferrinho de que se iba a abrir otra causa contra él por malos tratos en el Juzgado de Benavente. Ferrinho ya estaba en libertad condicional por una doble condena en 2021 por agresión física con agravantes contra sus padres ancianos, informó Rede Regional.
Justo después de que la policía abandonara el lugar, Ferrinho comenzó a acuchillar repetidamente a su padre de 77 años, que huyó al pasillo del edificio de apartamentos antes de caer al suelo. Falleció de sus heridas en diciembre mientras estaba ingresado en el Hospital Vila Franca de Xira.
Después de apuñalar a su padre diecisiete veces, Ferrinho se volvió contra su madre, que estaba postrada en cama y en mal estado de salud, y comenzó a agredirla con el cuchillo. Un vecino que había escuchado gritos desde su apartamento intervino y evitó que Ferrinho asesinara a su madre. Más tarde, el vecino declaró que Ferrinho había intentado inicialmente culpar a su padre de la agresión a su madre. Aunque ella no murió por las puñaladas, fallecería más tarde de una enfermedad poco después que su marido.
En las deliberaciones finales del caso, el Ministerio Público intentó racionalizar el asesinato como resultado del “conflicto interno” presentado por la identidad transgénero de Ferrinho. Gomes afirmó que hay “sensibilidad para entender el conflicto interno de alguien que, desde pequeño, no se identifica con el género con el que nació”.
Sin embargo, Gomes agregó también que “[él] no mostró ningún remordimiento” por el crimen, y pidió una sentencia que tuviera en cuenta la gravedad del delito.
La abogada Maria João Alves, defensora del acusado, argumentó que el asesinato se produjo tras una serie de eventos traumáticos, entre ellos su “cambio de género” y la muerte de su hermano mayor, que supuestamente le causaron “brotes psicóticos y, a veces, interrupciones de conciencia”. Alves afirmó que Ferrinho estaba en estado psicótico cuando apuñaló a sus padres.
“Tengo dudas muy grandes de que Tânia hubiera cometido este acto conscientemente y estoy seguro de que [él] nunca recibió ayuda”, dijo Alves. Ferrinho era “incapaz de controlar [sus] impulsos” en el momento del crimen, dijo la abogada, y pidió que la sentencia del Tribunal tuviera en cuenta sus circunstancias personales.
El Tribunal dictará sentencia el 18 de octubre.
El caso de Ferrinho se dio a conocer por primera vez al público en general después de que los medios de comunicación informaran que las funcionarias de prisión se habían negado a realizarle cacheos con desnudo integral durante su detención en una cárcel de mujeres. A pesar de conservar su órgano sexual masculino, Ferrinho exigió que sus cacheos los ejecutaran guardias de sexo femenino del Establecimiento Penitenciario de Tires.
Las mujeres empleadas en la cárcel se negaron, porque “el procedimiento implicaba biológicamente ver a una persona de distinto sexo y ver un pene”, dijo el presidente de la Asociación de Jefes del Cuerpo de Guardia de Prisiones, Hermínio Barradas.
Después de una hora, dos guardias de sexo femenino finalmente llevaron a cabo el registro corporal “bajo protesta”.
Portugal aprobó una ley que permite la autoidentificación de sexo en 2018, pero se dice que el caso de Ferrinho es el primer caso conocido de un enfrentamiento entre el personal penitenciario femenino y un recluso violento que se dice trans. Los informes del incidente señalan que las guardias “temen la llegada de más reclusos transgénero”.
Ana Aresta, presidenta de ILGA (Intervenção Lesbica, Gay, Bissexual, Trans e Intersex) dijo en aquel momento a los medios de comunicación que el personal penitenciario aplicaba correctamente la legislación de autoidentificación de sexo. “Las personas no tienen que pasar por ningún tipo de proceso de afirmación quirúrgica para ser consideradas hombres o mujeres”, dijo.
Sin embargo, Barradas no se mostró de acuerdo y afirmó que la ley no obligaba a las funcionarias de prisiones a hacer cacheos con desnudo integral a los reclusos varones que no se hayan sometido a cirugía genital. Aun así, según los informes, un documento interno que circuló dentro del sistema penitenciario portugués establece que un recluso transgénero debe ser registrado “por un miembro del servicio de vigilancia y seguridad del mismo género con el que se identifica la persona transgénero”, incluso si conserva su órgano sexual.
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