Una revista especializada editada por importantes académicos publicó un artículo de un pedófilo confeso en su última edición, lo que lo convierte en el segundo caso de una autoetnografía pedófila que acaba en una publicación académica este año.
Titulado “El pedófilo como ser humano: una autoetnografía para el reconocimiento de una orientación sexual marginada”, el artículo fue publicado a principios de este año en Controversial Ideas, una revista independiente editada por tres académicos afiliados a la Universidad, incluido el Dr. Peter Singer, profesor de Bioética en Princeton. El consejo editorial está compuesto por más de tres docenas de académicos, la mayoría catedráticos, de varias universidades prestigiosas de todo el mundo.
El artículo fue escrito por Brecht Vaerwaeter, un autor que admite publicar bajo seudónimo para su seguridad. Vaerwaeter intenta argumentar que la pedofilia es una “orientación sexual marginada” que necesita reconocimiento, y que los pedófilos deben convertirse en “seres humanos de nuevo” en la percepción pública.
Vaerwaeter comienza alegando que “muchos hombres, así como algunas mujeres, se sienten atraídos casi exclusivamente por menores” y que estos deseos producen sentimientos de aislamiento o abandono. Denuncia la falta de organizaciones que están para apoyar los derechos de los pedófilos, refiriéndose a las organizaciones políticas pro-pedófilas que existieron en las décadas de los 70, 80 y 90 como ejemplos de grupos “que a menudo actuaron como parte del movimiento gay para promover la emancipación de los pedófilos”. Después nombra ejemplos como la North American Man-Boy Love Association, Vereniging Martijn y Project Truth, todos los cuales tuvieron estatus de miembro en la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA) hasta 1994.
Después de cuatro secciones donde afirma que los movimientos por los derechos de la pedofilia tienen una premisa histórica en la comunidad LGBT, y donde trata como celebridades a los defensores de los derechos de los pedófilos, incluido el político holandés Edward Brongersma, Vaerwaeter dice que va a ofrecer sus propios relatos autoetnográficos de su atracción sexual por los niños.
“La contribución al conocimiento de esta sección está en proporcionar pruebas directas del argumento de que sentirse atraído emocional y sexualmente por niños o adolescentes jóvenes, no es fundamentalmente diferente a sentirse atraído por adultos del sexo opuesto o del mismo género, y más específicamente, que enamorarse de un niño o adolescente joven no es fundamentalmente diferente a enamorarse de un adulto”, escribe.
El autor pasa luego a rememorar en el artículo su atracción sexual por varios niños pequeños a lo largo de su vida, nos cuenta sus fantasías sexuales sobre ellos y, a veces, describe también los genitales de los menores con todo lujo de detalles.
Vaerwaeter afirma que se dio cuenta de que sentía una atracción sexual por niños pequeños a la edad de 17 años.
“En la cola del comedor escolar, se me iban los ojos a los niños pequeños que se reunían en grupos. Durante las clases de gimnasia disfrutaba de las pantorrillas suaves de los niños de segundo (11/12 años)”. Vaerwaeter dice que se ofreció voluntario específicamente para supervisar a los niños pequeños durante un viaje escolar con el fin de tener más interacción con ellos. Luego describe encapricharse sexualmente con dos que tendrían entre 12 y 14 años de edad, y fantasear con niños de esa edad.
“Imaginaba que disfrutábamos de nuestros cuerpos y, en mi fantasía, esa sensación era para el niño nueva una y otra vez y por la que luego me estaría muy agradecido … estaba claro que iniciar manualmente a un niño pubescente joven y desbordante de hormonas en el mundo del orgasmo me proporcionaba una satisfacción mucho mayor”.
Vaerwaeter cuenta otras veces que conoció y se involucró con niños a lo largo de su juventud, y menciona a muchos de entre 12 y 14 años.
Al recordar a un niño que supervisaba en el campamento llamado Cedric, Vaerwaeter escribe: “Todas las noches, cuando quería quedarme dormido, me tumbaba sobre el lado izquierdo, tal como lo había hecho esa noche en el campamento de verano, y me acurrucaba alrededor de la imaginaria figura dormida de un niño cálido, dulce y rubio de trece años, lo abrazaba, olía su aroma fresco y escuchaba su respiración regular hasta caer un un dulce sueño”.
Sobre otro niño, de 14 años, Vaerwaeter dice: “Hubo tensión en el aire desde el primer día. Cuando fuimos a nadar, Jeroen me preguntó si quería ponerle crema solar en la espalda, tras lo cual se acostó medio desnudo contra mí. Alguien nos sacó una foto por sorpresa, casi parecíamos una pareja enamorada”.
Vaerwaeter finalmente describe encontrarse con comunidades de boylover (amantes de niños) y leer sobre “encendérsele la bombilla” después de leer en una revista para boylovers cómo “los boylovers no se ven a sí mismos como pedófilos, sino como personas que se sienten atraídas por niños pequeños”.
Después de terminar su sección autoetnográfica, Vaerwaeter concluye el artículo argumentando que “la pedofilia debe reconocerse explícitamente como una orientación sexual” y que “rechazar la pedofilia como una orientación sexual no es ético y es intelectualmente injusto”.
También dice que “la sociedad debería ser más tolerante con aquellos que sufren de sentimientos pedófilos” y afirma que dicha tolerancia podría prevenir el abuso sexual infantil.
El artículo de Vaerwaeter se publicó inicialmente el 29 de abril, solo tres días después de que el ahora caído en desgracia estudiante de doctorado de Manchester Karl Andersson publicara su autoetnografía ahora retractada en el Journal of Qualitative Research.
En el artículo, titulado “No estoy solo, todos estamos solos: usando la masturbación como un método etnográfico en la investigación sobre la subcultura shota en Japón” (aquí en español), Andersson detallaba cómo se masturbaba mientras leía fantasías animadas de abuso sexual infantil bajo el pretexto de “investigación”. El artículo recibió una condena general cuando comenzó a circular entre las comunidades de protección infantil en las redes sociales, y finalmente fue eliminado por completo del Journal of Qualitative Research al iniciarse una investigación sobre consideraciones éticas y criminales.
La investigación está siendo llevada a cabo tanto por la policía de Manchester como por la Universidad de Manchester tras una investigación de Reduxx que muestra aspectos inquietantes de la historia de Andersson, entre ellos el haber publicado revistas gráficas que cosificaban sexualmente a adolescentes reales.
Al igual que Vaerwaeter, Andersson trataba la pedofilia como un tipo de orientación sexual, argumentando específicamente que era una “expresión de homosexualidad” en una entrevista a Out Magazine. De la misma manera, se remitió a la aceptación pasada de las organizaciones de derechos pedófilos en los inicios del movimiento LGBT.
“La expresión más controvertida de la homosexualidad es cuando un hombre se siente atraído por un adolescente”, dijo Andersson, y continúa: “el movimiento gay ha perdido el contacto con su pasado … Fue fundado en gran medida por hombres que se sentían atraídos por adolescentes varones en Alemania a principios del siglo XX. Eso debe ser reconocido y no lo es. Debemos honrarlos porque les debemos nuestras libertades; en cambio, los despreciamos”.
Como mencionó Vaerwaeter en su diario, en 1994, la Alianza Internacional de Lesbianas y Gays fue expulsada de su entidad consultiva de un organismo de las Naciones Unidas por tener vínculos con múltiples organizaciones de derechos en favor de la pedofilia, incluyendo Vereniging Martijn y la Asociación Norteamericana de Amor Hombre-Niño (NAMBLA en sus siglas en inglés).
Dos miembros importantes de Vereniging Martijn fueron arrestados recientemente, uno en México y el otro en Ecuador. Uno presuntamente abusó sexualmente de “docenas” de niños vulnerables, y el otro había intentado comprar un niño y se le encontraron 4 terabytes (4000 GB) de material de abuso sexual infantil en el momento de su arresto. Ambos habían abogado por la tolerancia hacia los pedófilos.
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